
Disfunción sexual femenina
Las situaciones recurrentes o persistentes de la respuesta sexual, ya sea el deseo, el orgasmo o el dolor, que además generan angustia, aflicción o tensión con la pareja, se conocen como disfunción sexual.
La disfunción sexual femenina, puede ocurrir en cualquier etapa de la vida, y también puede darse sólo en algunas ocasiones o en todas las situaciones sexuales.
La respuesta sexual es una interacción compleja entre el cuerpo, sus funciones, emociones, experiencias, creencias, estilo de vida y relaciones. Si se altera alguno de estos componentes, se puede afectar el deseo, excitación o la satisfacción sexual, por lo que, el tratamiento debe de involucrar un enfoque de varias disciplinas.
¿Cómo sé que presento una disfunción sexual?
Los síntomas dependen del tipo de disfunción que se manifieste:
● Deseo sexual bajo: es el tipo más común, comprende una falta de interés o disposición sexual.
● Trastorno de excitación sexual: el deseo sexual puede permanecer intacto, sin embargo, existe dificultad para excitarse, no se logra o no se mantiene durante las relaciones sexuales.
● Trastorno orgásmico: hay una dificultad continua o recurrente para alcanzar el orgasmo, pese a suficiente excitación sexual o estimulación continua.
● Trastorno de dolor sexual: presencia de dolor relacionado con la estimulación sexual o el contacto vaginal.
¿Cuándo debo de acudir con un médico?
Si los problemas sexuales afectan tu relación o te causan preocupación, es momento de acudir a una valoración médica.
¿Cuáles son las causas de la disfunción sexual?
Existen muchos factores que pueden contribuir a la insatisfacción y, a menudo, se interrelacionan, algunos de ellos son:
• Factores físicos: varias afecciones médicas, como cáncer, insuficiencia renal, enfermedad cardíaca y problemas con la vejiga, pueden ser causantes de una disfunción. Algunos medicamentos como antidepresivos, antihistamínicos, quimioterapéuticos, entre otros, pueden disminuir el deseo sexual o la capacidad de experimentar un orgasmo.
• Factores hormonales: los niveles bajos de estrógeno, tras la menopausia, conducen a cambios en los tejidos genitales y la respuesta sexual, ya que, se reduce el flujo sanguíneo hacia la pelvis y esto genera menos sensibilidad genital, necesidad de más tiempo para la excitación y lograr un orgasmo, además, se adelgaza el revestimiento vaginal y se vuelve menos elástico, en particular si no hay vida sexual activa. Esto puede generar coito doloroso, conocido como dispareunia.
De igual forma, durante la lactancia y después de tener un bebé, también existen cambios hormonales que pueden causar sequedad vaginal y afectación del deseo sexual.
• Factores psicológicos y sociales: la presencia de ansiedad o depresión, sin tratamiento, así como, el estrés a largo plazo y los antecedentes de abuso sexual, pueden contribuir o provocar la disfunción sexual.
Las preocupaciones del embarazo y las demandas de ser una nueva madre pueden tener efectos parecidos. También pueden contribuir los conflictos con la pareja, temas culturales, religiosos y problemas con tu imagen física.
¿Qué me puede hacer más propensa a presentar disfunción sexual?
Algunos de los factores que aumentan el riesgo de tener disfunción sexual son:
● Depresión o ansiedad.
● Enfermedad del corazón y vasos sanguíneos.
● Alteraciones neurológicas
● Alteraciones ginecológicas
● Medicamentos como antidepresivos o antihipertensivos, entre otros.
● Estrés emocional o psicológico, en especial con respecto a la relación con la pareja.
● Antecedentes de abuso sexual.
¿Qué tratamiento seguir?
Como se trata de una situación cuyas causas y síntomas son diversos, el tratamiento es muy variado. Es muy importante que externes tus preocupaciones y que entiendas tu cuerpo y su respuesta sexual normal. Los objetivos que tengas para tu vida sexual son fundamentales para elegir un tratamiento y evaluar su eficacia en ti.
La mayoría de las mujeres, se benefician con un enfoque terapéutico combinado, abordando los problemas médicos y los emocionales.
Es importante tener en cuenta que, el tratamiento debe de llevarse en conjunto, lo emocional y lo médico, para lograr un mejor resultado, ya que, si se ignora alguno de los dos, puede no lograrse el objetivo.